domingo, 12 de agosto de 2012

Recortes, esfuerzos y recompensas

Recientemente volvía a la conversación el omnipresente tema de los recortes. Tras enumerar la última remesa de sacrificios que nuestro gobierno nos propone y tras un breve silencio, mi mujer lanzó una pregunta... ¿Qué nos han dado?

Esa pregunta dio que pensar y el tema derivó. De nuevo se habló de la cultura del esfuerzo de la que tanto hemos hablado en educación. El gobierno nos exige un esfuerzo de la misma y errónea manera que nosotros se lo hemos exigido en tantas ocasiones a nuestros alumnos, simplemente por que es lo que se supone deben hacer, ya sea para su bien o el del colectivo. 

En física hablamos de dos magnitudes distintas, fuerza y trabajo. El trabajo es el producto de la fuerza por el desplazamiento. Podemos respirar hondo, apretar todos los músculos de nuestro cuerpo, poner todo nuestro empeño en ello y ejercer una fuerza increíble; si no movemos esa pesada losa, nuestro trabajo habrá sido nulo, cero, ni un mísero julio.

Y es que el esfuerzo en si mismo no es garantía de éxito. Nuestros esfuerzos tienen que estar orientados a una meta concreta (según nuestro gobierno a reducir el déficit) , pero también e igual de importante es que tengan una recompensa visible, cercana. El sacrificio por el sacrificio sólo puede llevar al desaliento, el pesimismo o el hartazgo.

Es en esta recompensa en la que la ciudadanía se siente defraudada. Con un estado (nosotros), financiándose al 7% y unos bancos (entidades privadas) sometidas a un rescate "blando" por el que se nos imponen más recortes, que les permite financiarse al 3%, se nos piden nuevos esfuerzos en materia de sanidad, salarios e impuestos, ofreciéndonos a cambio un panorama que no aclara, una importante merma en derechos y un abandono progresivo de los más desfavorecidos. 

Nueve meses de esfuerzos y sacrificios sin haber cumplido aún ninguno de los objetivos es mucho tiempo. En educación utilizaríamos esa coletilla tan oída en las evaluaciones: "no, si el chico se esfuerza, pero no llega". Creo que si el chico (el pueblo) se esfuerza, pero no llega, el problema no está en él, sino en el profesor que dirige esos esfuerzos (el gobierno). No podemos seguir utilizando machaconamente una estrategia que no funciona, que no motiva, siempre amenazando con el suspenso (el rescate). Quizá sea hora de cambiar la metodología, de innovar, de probar otras opciones, de ser creativo...

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